sábado, 3 de enero de 2015

LA MAGIA DE LOS BESOS



Desde pequeños siempre nos han dado besos para mostrarnos el afecto y cariño que sienten hacia nosotros pero, sin duda alguna, el beso con el que más se siente y el que más nos gusta es en los labios con la persona que amamos.

A pesar de transmitirnos cerca de 80 millones de bacterias durante un beso apasionado de 10 segundos, según los estudios realizados por unos científicos de Nueva Zelanda, el beso tiene tanto peso sobre nuestras emociones y nos reporta tantos beneficios que estamos dispuestos a correr ese riesgo.

Pero ¿Por qué son tan importantes nuestros labios?

A parte de ser la única zona del cuerpo que no suda, los labios son el lugar más sensible y erógeno de nuestro cuerpo, ya que está compuesto por multitud de terminaciones nerviosas cuyo tacto nos hace sentir más que en otro lugar; por eso utilizamos los labios como una forma de expresar nuestro cariño hacia los demás.

Y ¿Por qué nos gusta tanto dar besos? Esa es la clave de esta entrada.


La respuesta se encuentra en el momento que nacemos. Nuestro primer contacto afectivo y de seguridad se produce en los labios, al sentir la presión del pezón de la madre cuando somos alimentados. Un ejemplo muy claro se aprecia en el estudio que realizó Freud, el cual dice que la primera etapa psicosexual por la que pasa el ser humano es la etapa oral, donde los labios, lengua y encías son el centro de las sensaciones placenteras en el cuerpo; y la succión y alimentación son las actividades más estimulantes. Esto hace que el cerebro del bebé asocie toda esta estimulación que recibe a través de los labios con emociones positivas que perduran durante toda nuestra vida.



Por otro lado, el beso también es muy importante a la hora de conservar una pareja. Es uno de los factores que nos ayudan a decidir si realmente existe una conexión con la otra persona. Cuando estamos con la pareja aprendemos mucho de ella a través de nuestros sentidos del olfato, gusto y tacto; y toda esa información es recibida por el cerebro, que se encarga de procesarla y asimilarla. De hecho, el olor de una persona puede proporcionar pistas subconscientes sobre su ADN.

Además, los psicólogos evolutivos de la Universidad Estatal de Nueva York descubrieron, a través de un estudio, que el 59% de los hombres y el 66% de las mujeres dicen que han terminado una relación porque los besos no iban bien. Esta es la prueba de fuego definitiva de nuestra naturaleza, lo que hace que nos sintamos más atraídos por personas que pueden ser nuestros mejores socios genéticos. Y esta selección hace que acabemos estando con personas con una clara diferencia genética a la nuestra para combatir enfermedades, lo que tiene como beneficio que los hijos tengan un sistema inmune más fuerte.

Esto no quiere decir que estemos pensando en ser padres cuando nos besamos con nuestra pareja, pero sí es verdad que los besos proporcionan las pistas necesarias para ayudarnos a decidir si una relación es buena o no.

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