El ser humano, un animal con una inteligencia superior al resto de la fauna, capaz de razonar y tener sentimientos y emociones complejas, pero con un rasgo que nos hace únicos: la inevitable sensación de creer en que tiene que existir siempre alguien superior a nuestra existencia desde tiempos inmemoriales. Pero, que se crea en ello ¿Significa que realmente exista?
Ra, Buda, Alá, Dios... existen muchos nombres para definir a esos seres superiores. Algunas culturas sólo creen en uno (monoteístas), otras creen en varios (politeístas), pero todas coinciden en que son superiores a todas las especies del planeta. Aunque, la existencia de una pluralidad de creencias pone en duda la veracidad de una ideología u otra para muchos investigadores.
De cualquier manera, esta entrada no se centra en debatir si realmente existen o no, ya que siempre ha habito 3 posturas: los beatos que creen incondicionalmente, los ateos que lo niegan rotundamente y los agnósticos que se mantienen al margen, ni lo niegan ni lo afirman por la falta de pruebas (que normalmente coinciden con los empíricos). Y mi opinión no tiene más peso que la de otra persona con ideas contrarias a las mías. Lo que realmente me llama la atención es: ¿Por qué el ser humano siente la necesidad de creer en seres superiores si todavía no se ha demostrado explícitamente su existencia?
Sí es cierto que existen escritos que datan de tiempos muy antiguos acerca de este tema, por lo que demuestra que este pensamiento está fuertemente arraigado al ser humano desde su aparición como ser racional. Y aquí está la clave del asunto. Como seres racionales que somos, sentimos la necesidad de buscar una respuesta a todo lo que nos sucede a nuestro alrededor.
Pero cuando no somos capaces de hacerlo entonces buscamos posibles alternativas irracionales para acallar nuestra incertidumbre, frustración e incluso miedo, entrando en un mundo de moralidad liderado por la fe o creencia de algo que no está sustentado por pruebas.
Un rasgo que ha caracterizado siempre al ser humano es el miedo a lo desconocido, a aquello que no podemos explicar o no entendemos, como el sentido de nuestra existencia y qué pasará después de nuestra muerte (nuestro origen y destino). Y ante todo miedo, el ser humano siempre se defiende de manera natural, en este caso, apoyándose en la religión, ya que es incapaz de soportar el pensamiento de que vayan a desaparecer para siempre una vez que su vida termine en la tierra. Dicho apoyo ayuda a las personas a hacer frente a la muerte, fortaleciendo su valor y autoestima, y así convencerse de que todo lo que han sufrido en vida es recompensado. No ha sido en vano.
Pero la inteligencia emocional del ser humano nunca ha sido estática, siempre ha ido cambiando con el tiempo. La gente poco a poco se va haciendo más fuerte mentalmente con respecto a este pensamiento, por eso cada vez hay más personas que no necesitan creer en algo superior para dar sentido a su existencia, simplemente viven su vida lo mejor que pueden porque saben que eso es lo realmente importante.
Pero, aunque cada vez exista más gente con una mentalidad empírica, siempre va a haber personas que sigan creyendo en seres superiores, ya que el ser humano sigue manteniendo dichas creencias como satisfacción de saber que una vez que mueran les estará esperando ese ser o seres supremos a los que entregaron su vida y les salvarán. Una creencia igual de respetable que otra.
Además, muchas personas actualmente no han perdido la fe porque han experimentado situaciones dolorosas o críticas, en las cuales toman a esos seres superiores como solución radical a cada una de sus dudas e interrogantes; a pesar de que los medios de comunicación, la música y la moda son enemigos de la trascendencia, ya que presentan a la sociedad modos de vida donde la religión es prescindible.
Como conclusión, me gustaría finalizar esta entrada hablando desde mi propia visión con respecto al tema. Así pues, aunque me considere una persona empírica en un estado católico-laico, si alguna vez me preguntasen si creo en Dios, nunca negaría su existencia rotundamente porque para mí Dios no es tal y como lo describe la Iglesia, sino que es un concepto abstracto que describe las virtudes y cualidades buenas de cada persona; de ahí que se utilice la frase "Tío, eres dios" cuando nos gusta cómo es una persona o nos impresiona algo que ha hecho.
martes, 18 de noviembre de 2014
lunes, 10 de noviembre de 2014
¿QUÉ ES REALMENTE EL AMOR?
Esta palabra es usada por todo el mundo y muchas veces se dice fácilmente, pero ¿Qué es realmente y por qué se produce?
Existen personas que no creen en ella como tal, sino que es una simple invención del ser humano para describir la atracción entre dos individuos. Pero con esta entrada os quiero demostrar que esta palabra esconde mucho más de lo que se cree, y tiene varias definiciones dependiendo de la perspectiva en que se mire, ya que no es lo mismo el amor que sentimos por la pareja que por un padre o una madre.
Si partimos de la definición romántica por excelencia, el amor es un sentimiento relacionado con el apego y el afecto, resultante y generador de una serie de actitudes, emociones y experiencias. También se considera una virtud que representa el cariño, bondad y compasión del ser humano. Como se puede observar no implica sólo atracción, sino un conjunto de sentimientos y emociones más profundos que hacen que queramos proteger y estar con esa persona toda la vida.
Además, existen diferentes maneras de amar, aunque al final todas se reducen a la misma definición. La única diferencia radica en que el amor que sentimos por una persona que nos gusta incluye atracción sexual; pero tanto para una mascota como para un familiar o la pareja sentimos la necesidad de quererlo, protegerlo y cuidarlo debido a la gran importancia que tiene en nuestra vida.
Si nos centramos en el amor que sentimos hacia alguien que nos gusta (que es lo que más interesa), todas las personas lo acaban sintiendo a lo largo de su vida, pero casi ninguna sabe realmente cómo ni por qué se produce, por eso cuando se lo preguntas a alguien le resulta muy difícil definirlo.
Científicamente hablando, el amor es un conjunto de reacciones químicas, causadas por una sustancia en nuestro cerebro denominada "Feniletilamina". Esta sustancia obliga a segregar dopamina cuyos efectos son parecidos a las anfetaminas, lo que produce un estado de euforia natural cuando estamos con esa persona que nos gusta. Además, nos viene dado genéticamente, ya que los mamíferos estamos instintivamente programados para procrear; y su objetivo primordial es crear vínculos que permitan cuidar a la descendencia.
Pero este amor no se produce de manera espontánea, sino que sigue una serie de fases:
Primero reconocemos en la persona actitudes, virtudes y otros elementos clave que responden a la frase "me resulta atractivo".
Después llega el momento de las fantasías desbocadas donde atribuimos cualidades extraordinarias a esa persona debido al bienestar endorfínico que produce su ausencia.
Y finalmente el amor desemboca en momentos de más trato y actividades en común, creándose así un vínculo emocional y sexual, con una segregación importante de feniletilamina (que también aparece curiosamente en el chocolate, de ahí que se considere como un sustitutivo del sexo).
Y durante todo este proceso, la persona padece diversos síntomas que demuestran perfectamente que está enamorado, y son:
- Intenso deseo de intimidad y unión física con la otra persona.
- Deseo de reciprocidad.
- Temor al rechazo.
- Frecuentes pensamientos de la persona que interfieren en la vida diaria.
- Pérdida de concentración.
- Fuerte actividad fisiológica ante la presencia de esa persona.
- Idealización de esa persona y centro de atención principal.
Como se puede observar, desde el punto de vista científico, el amor es mucho más complejo de lo que los poetas románticos nos han contado a lo largo de la historia. Este toque romántico que se le atribuye al amor es generado por las experiencias que se crean, fruto de lo que esas reacciones químicas nos impulsan a hacer.
Así que, para esas personas que no creen que el amor exista, decir que en realidad es algo que llevamos en nuestros genes y que no podemos evitar sentirlo ante ciertas personas, las cuales desencadenan todo este complejo proceso químico en nuestro cerebro. Y la clave de su duración se encuentra en no permitir que esas reacciones se dejen de producir, ¿Cómo? Amando siempre igual que desde el primer día.
Existen personas que no creen en ella como tal, sino que es una simple invención del ser humano para describir la atracción entre dos individuos. Pero con esta entrada os quiero demostrar que esta palabra esconde mucho más de lo que se cree, y tiene varias definiciones dependiendo de la perspectiva en que se mire, ya que no es lo mismo el amor que sentimos por la pareja que por un padre o una madre.
Si partimos de la definición romántica por excelencia, el amor es un sentimiento relacionado con el apego y el afecto, resultante y generador de una serie de actitudes, emociones y experiencias. También se considera una virtud que representa el cariño, bondad y compasión del ser humano. Como se puede observar no implica sólo atracción, sino un conjunto de sentimientos y emociones más profundos que hacen que queramos proteger y estar con esa persona toda la vida.
Además, existen diferentes maneras de amar, aunque al final todas se reducen a la misma definición. La única diferencia radica en que el amor que sentimos por una persona que nos gusta incluye atracción sexual; pero tanto para una mascota como para un familiar o la pareja sentimos la necesidad de quererlo, protegerlo y cuidarlo debido a la gran importancia que tiene en nuestra vida.
Si nos centramos en el amor que sentimos hacia alguien que nos gusta (que es lo que más interesa), todas las personas lo acaban sintiendo a lo largo de su vida, pero casi ninguna sabe realmente cómo ni por qué se produce, por eso cuando se lo preguntas a alguien le resulta muy difícil definirlo.
Científicamente hablando, el amor es un conjunto de reacciones químicas, causadas por una sustancia en nuestro cerebro denominada "Feniletilamina". Esta sustancia obliga a segregar dopamina cuyos efectos son parecidos a las anfetaminas, lo que produce un estado de euforia natural cuando estamos con esa persona que nos gusta. Además, nos viene dado genéticamente, ya que los mamíferos estamos instintivamente programados para procrear; y su objetivo primordial es crear vínculos que permitan cuidar a la descendencia.
Pero este amor no se produce de manera espontánea, sino que sigue una serie de fases:
Primero reconocemos en la persona actitudes, virtudes y otros elementos clave que responden a la frase "me resulta atractivo".
Después llega el momento de las fantasías desbocadas donde atribuimos cualidades extraordinarias a esa persona debido al bienestar endorfínico que produce su ausencia.
Y finalmente el amor desemboca en momentos de más trato y actividades en común, creándose así un vínculo emocional y sexual, con una segregación importante de feniletilamina (que también aparece curiosamente en el chocolate, de ahí que se considere como un sustitutivo del sexo).
Y durante todo este proceso, la persona padece diversos síntomas que demuestran perfectamente que está enamorado, y son:
- Intenso deseo de intimidad y unión física con la otra persona.
- Deseo de reciprocidad.
- Temor al rechazo.
- Frecuentes pensamientos de la persona que interfieren en la vida diaria.
- Pérdida de concentración.
- Fuerte actividad fisiológica ante la presencia de esa persona.
- Idealización de esa persona y centro de atención principal.
Como se puede observar, desde el punto de vista científico, el amor es mucho más complejo de lo que los poetas románticos nos han contado a lo largo de la historia. Este toque romántico que se le atribuye al amor es generado por las experiencias que se crean, fruto de lo que esas reacciones químicas nos impulsan a hacer.
Así que, para esas personas que no creen que el amor exista, decir que en realidad es algo que llevamos en nuestros genes y que no podemos evitar sentirlo ante ciertas personas, las cuales desencadenan todo este complejo proceso químico en nuestro cerebro. Y la clave de su duración se encuentra en no permitir que esas reacciones se dejen de producir, ¿Cómo? Amando siempre igual que desde el primer día.
lunes, 3 de noviembre de 2014
¿POR QUÉ LOS GATOS MAÚLLAN?
Existen muchos artículos y documentos acerca de la etología animal, es decir, el estudio del comportamiento de los animales. Se han estudiado desde los gestos hasta los sonidos que emiten para conocer cuál es su significado y finalidad.
Un ejemplo curioso para mí es el comportamiento del gato, ya que es uno de los animales más cercanos al ser humano y con el que he convivido toda mi vida. Un día empecé a tener curiosidad acerca de los gestos y maullidos que hacen, qué es lo que quieren transmitirnos con ellos, ya que no dejan de ser intentos de comunicación.
A diferencia del ser humano, que ha creado un sistema lingüístico verbal complejo para comunicarse debido al desarrollo de su inteligencia, los animales en general (y el gato en concreto) no disponen de esa capacidad, por lo que se comunican a través del lenguaje no verbal principalmente.
Sí es verdad que también emiten sonidos como el maullido, pero aunque os parezca raro, no es lo normal en un gato, y ahí está la clave de esta entrada. Y como siempre os explicaré por qué.
Si nos fijamos detenidamente en la forma de vida del gato, veremos que son seres independientes pero no solitarios. Viven en comuna con otros gatos bajo una jerarquía de mando, normalmente liderada por una gata, ya que el gato cuando se hace adulto no suele permanecer en su lugar de nacimiento.Y el sistema de comunicación entre ellos se compone casi exclusivamente de gestos.
Desde pequeña he tenido el privilegio de tener muchos gatos en mi finca y tirarme horas sentada observando cómo viven y juegan entre ellos. Y, curiosamente, sólo los gatos pequeños utilizan el maullido para comunicarse, los adultos ninguno.
Esto ocurre porque el maullido no forma parte de la naturaleza de un gato adulto. Al igual que un bebé humano, los gatitos cuando nacen utilizan el maullido para llamar la atención de la madre y así poder alimentarse; y cuando están aprendiendo a explorar y cazar, tanto los gatitos como la madre utilizan los maullidos para llamarse y seguirse los unos a los otros. Pero cuando un gato crece y se hace adulto ya no necesita el maullido para comunicarse con otros gatos, excepto en época de celo.
Entonces, alguno de vosotros que tengáis un gato en casa os preguntaréis, ¿Por qué mi gato sigue maullando si es adulto? Y la respuesta es: Por el ser humano. Egocéntrico pero cierto.
Si los gatos no hubieran sido domesticados por el ser humano habrían perdido prácticamente el maullido una vez llegados a la etapa adulta porque no es imprescindible para su vida. Los gatos utilizan el maullido EXCLUSIVAMENTE para comunicarse con los humanos, ya sea para pedir jugar, caricias o comida.
Los gatos han mantenido la costumbre de maullar sólo para poder comunicarse con el ser humano. Con otros animales utilizan los gestos como con sus iguales, ya sean: movimientos del rabo, ronroneos, orejas agachadas, cola erizada, pupilas dilatadas o incluso bufidos, pero rara vez utilizan un maullido.
Este hecho también me hace preguntarme si realmente lo hacen porque nos ven como animales charlatanes, ya que utilizamos nuestra voz para todo, y entonces ellos la utilizan con nosotros para pedirnos las cosas; o porque nos ven como animales incapaces de entenderlos a través de los gestos porque no es nuestro principal sistema de comunicación.
En todo caso, es curioso saber que el maullido de un gato adulto se ha mantenido gracias a nosotros, eso demuestra la gran implicación que tenemos sobre los animales sociales.
Un ejemplo curioso para mí es el comportamiento del gato, ya que es uno de los animales más cercanos al ser humano y con el que he convivido toda mi vida. Un día empecé a tener curiosidad acerca de los gestos y maullidos que hacen, qué es lo que quieren transmitirnos con ellos, ya que no dejan de ser intentos de comunicación.
A diferencia del ser humano, que ha creado un sistema lingüístico verbal complejo para comunicarse debido al desarrollo de su inteligencia, los animales en general (y el gato en concreto) no disponen de esa capacidad, por lo que se comunican a través del lenguaje no verbal principalmente.
Sí es verdad que también emiten sonidos como el maullido, pero aunque os parezca raro, no es lo normal en un gato, y ahí está la clave de esta entrada. Y como siempre os explicaré por qué.
Si nos fijamos detenidamente en la forma de vida del gato, veremos que son seres independientes pero no solitarios. Viven en comuna con otros gatos bajo una jerarquía de mando, normalmente liderada por una gata, ya que el gato cuando se hace adulto no suele permanecer en su lugar de nacimiento.Y el sistema de comunicación entre ellos se compone casi exclusivamente de gestos.
Desde pequeña he tenido el privilegio de tener muchos gatos en mi finca y tirarme horas sentada observando cómo viven y juegan entre ellos. Y, curiosamente, sólo los gatos pequeños utilizan el maullido para comunicarse, los adultos ninguno.
Esto ocurre porque el maullido no forma parte de la naturaleza de un gato adulto. Al igual que un bebé humano, los gatitos cuando nacen utilizan el maullido para llamar la atención de la madre y así poder alimentarse; y cuando están aprendiendo a explorar y cazar, tanto los gatitos como la madre utilizan los maullidos para llamarse y seguirse los unos a los otros. Pero cuando un gato crece y se hace adulto ya no necesita el maullido para comunicarse con otros gatos, excepto en época de celo.
Entonces, alguno de vosotros que tengáis un gato en casa os preguntaréis, ¿Por qué mi gato sigue maullando si es adulto? Y la respuesta es: Por el ser humano. Egocéntrico pero cierto.
Si los gatos no hubieran sido domesticados por el ser humano habrían perdido prácticamente el maullido una vez llegados a la etapa adulta porque no es imprescindible para su vida. Los gatos utilizan el maullido EXCLUSIVAMENTE para comunicarse con los humanos, ya sea para pedir jugar, caricias o comida.
Los gatos han mantenido la costumbre de maullar sólo para poder comunicarse con el ser humano. Con otros animales utilizan los gestos como con sus iguales, ya sean: movimientos del rabo, ronroneos, orejas agachadas, cola erizada, pupilas dilatadas o incluso bufidos, pero rara vez utilizan un maullido.
Este hecho también me hace preguntarme si realmente lo hacen porque nos ven como animales charlatanes, ya que utilizamos nuestra voz para todo, y entonces ellos la utilizan con nosotros para pedirnos las cosas; o porque nos ven como animales incapaces de entenderlos a través de los gestos porque no es nuestro principal sistema de comunicación.
En todo caso, es curioso saber que el maullido de un gato adulto se ha mantenido gracias a nosotros, eso demuestra la gran implicación que tenemos sobre los animales sociales.
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