Esta palabra es usada por todo el mundo y muchas veces se dice fácilmente, pero ¿Qué es realmente y por qué se produce?
Existen personas que no creen en ella como tal, sino que es una simple invención del ser humano para describir la atracción entre dos individuos. Pero con esta entrada os quiero demostrar que esta palabra esconde mucho más de lo que se cree, y tiene varias definiciones dependiendo de la perspectiva en que se mire, ya que no es lo mismo el amor que sentimos por la pareja que por un padre o una madre.
Si partimos de la definición romántica por excelencia, el amor es un sentimiento relacionado con el apego y el afecto, resultante y generador de una serie de actitudes, emociones y experiencias. También se considera una virtud que representa el cariño, bondad y compasión del ser humano. Como se puede observar no implica sólo atracción, sino un conjunto de sentimientos y emociones más profundos que hacen que queramos proteger y estar con esa persona toda la vida.
Además, existen diferentes maneras de amar, aunque al final todas se reducen a la misma definición. La única diferencia radica en que el amor que sentimos por una persona que nos gusta incluye atracción sexual; pero tanto para una mascota como para un familiar o la pareja sentimos la necesidad de quererlo, protegerlo y cuidarlo debido a la gran importancia que tiene en nuestra vida.
Si nos centramos en el amor que sentimos hacia alguien que nos gusta (que es lo que más interesa), todas las personas lo acaban sintiendo a lo largo de su vida, pero casi ninguna sabe realmente cómo ni por qué se produce, por eso cuando se lo preguntas a alguien le resulta muy difícil definirlo.
Científicamente hablando, el amor es un conjunto de reacciones químicas, causadas por una sustancia en nuestro cerebro denominada "Feniletilamina". Esta sustancia obliga a segregar dopamina cuyos efectos son parecidos a las anfetaminas, lo que produce un estado de euforia natural cuando estamos con esa persona que nos gusta. Además, nos viene dado genéticamente, ya que los mamíferos estamos instintivamente programados para procrear; y su objetivo primordial es crear vínculos que permitan cuidar a la descendencia.
Pero este amor no se produce de manera espontánea, sino que sigue una serie de fases:
Primero reconocemos en la persona actitudes, virtudes y otros elementos clave que responden a la frase "me resulta atractivo".
Después llega el momento de las fantasías desbocadas donde atribuimos cualidades extraordinarias a esa persona debido al bienestar endorfínico que produce su ausencia.
Y finalmente el amor desemboca en momentos de más trato y actividades en común, creándose así un vínculo emocional y sexual, con una segregación importante de feniletilamina (que también aparece curiosamente en el chocolate, de ahí que se considere como un sustitutivo del sexo).
Y durante todo este proceso, la persona padece diversos síntomas que demuestran perfectamente que está enamorado, y son:
- Intenso deseo de intimidad y unión física con la otra persona.
- Deseo de reciprocidad.
- Temor al rechazo.
- Frecuentes pensamientos de la persona que interfieren en la vida diaria.
- Pérdida de concentración.
- Fuerte actividad fisiológica ante la presencia de esa persona.
- Idealización de esa persona y centro de atención principal.
Como se puede observar, desde el punto de vista científico, el amor es mucho más complejo de lo que los poetas románticos nos han contado a lo largo de la historia. Este toque romántico que se le atribuye al amor es generado por las experiencias que se crean, fruto de lo que esas reacciones químicas nos impulsan a hacer.
Así que, para esas personas que no creen que el amor exista, decir que en realidad es algo que llevamos en nuestros genes y que no podemos evitar sentirlo ante ciertas personas, las cuales desencadenan todo este complejo proceso químico en nuestro cerebro. Y la clave de su duración se encuentra en no permitir que esas reacciones se dejen de producir, ¿Cómo? Amando siempre igual que desde el primer día.
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